Si queremos alcanzar el nivel más profundo de plenitud y satisfacción, sólo podemos conseguirlo decidiendo aquello que más valoramos en la vida, identificando cuáles son nuestros valores más altos, y luego comprometiéndonos a vivir de acuerdo con ellos durante cada uno de los días de nuestra vida. Lamentablemente, esto que acabo de decir no es habitual en la sociedad actual, ya que para empezar, con frecuencia, la gente no tiene una idea clara de lo que es importante para ella. Y si no tenemos claro sobre lo que es más importante en nuestras vidas ¿cómo podemos esperar  a dar sentido a nuestra vida y a tener la capacidad para tomar decisiones efectivas?

Ante esta situación se plantean varias preguntas; ¿Sabes cuáles son tus valores? ¿Sabes realmente quién eres?… y lo más importante: ¿Vives de acuerdo a tus valores internos más importantes y tu filosofía de vida? ¿Y qué es eso de “vivir tus valores”? Es más… ¿qué son los valores? ¿Y por qué son tan importantes para encontrar la plenitud en cualquier área de tu vida?

Los valores son la brújula que guía a cada persona hacia sus últimos destinos. La clave para la felicidad es vivir conforme a nuestros valores. Por lo que debemos conocer cuáles son estos. Los valores  representan aquello que es lo más importante para ti en la vida. Suelen ser definidos por una palabra (paz, amistad, libertad, transcendencia, familia, aprendizaje, etc.). Hay valores que son importantes para ti en ciertos momentos de tu vida, y por otro lado están tus valores directores, que son los que van, han ido e irán contigo siempre porque forman parte de ti y te hacen único. Los valores guían cada una de nuestras decisiones y, en consecuencia, nuestro destino. Quienes conocen sus valores y viven de acuerdo con ellos, alcanzan la satisfacción, la prosperidad  y se convierten en los líderes de nuestra sociedad

Si te pregunto: « ¿Qué valoras más?», quizás contestes: «El amor, la familia, el dinero…». De éstos, el amor es el valor final que anda persiguiendo; en otras palabras, el estado emocional que deseas alcanzar. La familia y el dinero, por su parte, son valores intermedios, es decir, una forma de alcanzar el estado emocional que deseas realmente. Hazte la pregunta mágica y clarificadora a cada respuesta que des de que ¿para qué quieres esto? Hasta que llegues a un circulo cerrado en tus respuestas.

La mayoría de la gente no tiene clara cuál es la diferencia entre los valores intermedios y los fines y, en consecuencia, experimenta mucho dolor. La gente se encuentra a menudo tan ocupada persiguiendo los valores intermedios, que no alcanzan su verdaderos deseos: los valores finales, que son los que ‘realmente les harán sentirse realizados, los que les enriquecerán y recompensarán su vida. Uno de los mayores desafíos que observo es que la gente sigue planteándose objetivos sin saber siquiera lo que valora verdaderamente en la vida y, en consecuencia, termina por alcanzar sus objetivos y dice: « ¿y esto era todo?»

Si queremos alcanzar la felicidad, debemos ir hacia la persona que queremos ser. Los valores deben ser impulsores de nuestras nuevas metas y conductas. A la hora de fijar nuestras metas se trata de que estén presentes siempre tus valores, porque son la única fuente verdadera de la que manan la capacidad de automotivación, la alegría, y la plenitud. Son la gasolina que nis proporciona la energía para alcanzar nuestras metas. ¿Te imaginas que uno de tus valores fuera el aprendizaje, y en cambio hubieras dirigido tu empresa o tu trabajo a un punto donde haces todos los días básicamente lo mismo? ¿O que la familia es un valor básico para ti, y llevas años sin dedicarle el tiempo y la atención que sabes deberías dedicar, siempre dándote buenas excusas para seguir trabajando? Y así podríamos seguir y seguir.

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